traición

Las heridas de la infancia

No nacemos heridos. No llegamos al mundo con miedos ni inseguridades.  Venimos a este mundo a ser nosotros mismos, a sonreír, a disfrutar de la vida en su forma más genuina. Sin embargo, en el camino, podemos encontrarnos con experiencias dolorosas: momentos en los que no nos sentimos aceptados, en los que somos cuestionados, responsabilizados injustamente, ignorados o invalidados. Estas experiencias dejan una herida profunda en nuestro interior, creando creencias limitantes sobre quiénes somos. Si no reconocemos y sanamos estas heridas, nos veremos atrapados en patrones que nos impiden ser todo lo que deseamos ser.

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