En la actualidad, muchas personas se niegan a comenzar un proceso terapeútico debido a los mitos que giran alrededor del mismo, en conjunto con los prejuicios que circulan al respecto.
Prejuicio: «No creo en los psicólogos».
La psicología es una ciencia, no una cuestión de fe.
Los psicólogos somos personas que hemos estudiado una carrera universitaria y estamos formados en saber escuchar y observar a las personas. Disponemos de técnicas eficaces y fundamentos teóricos sobre nuestra práctica.
Mito: «Al psicólogo van los locos».
Absolutamente falso. Si bien es cierto que la terapia psicológica es necesaria para enfrentar ciertos trastornos psicológicos, de igual forma hay ciertas circunstancias de la vida que nos plantean el desafio de buscar nuevas herramientas para dejar de repetir patrones de conducta, para aprender a vincularnos, para conocernos mejor, para ser mas creativos a la hora de responder a las situaciones que se nos presentan diariamente.
Prejuicio: «¿Para qué voy a ir al psicólogo si así estoy bien?».
Sigmund Freud decía: “Todos somos neuróticos”. Todos tenemos puntos fuertes y puntos débiles. Reconocerlos siempre es el primer paso para querer resolverlos.
Además, iniciar terapia implica mucho más que resolver un problema, o una situación puntual. Hacer terapia es un proceso de autoconocimiento, de hacerse cargo de lo que a uno le pasa y requiere de mucha fortaleza y responsabilidad.
Mito: «Hablo con un amigo/a y es lo mismo».
Se cree, en general, que ir a terapia es ir a conversar una hora con el terapeuta, y que, al final, el paciente se irá con un consejo bajo el brazo para resolver su vida.
Esto es cómodo y también es falso. El proceso terapéutico no funciona de esta forma. Los psicólogos no damos consejos ni tenemos todas las respuestas a tus preguntas.
Entre psicólogo y paciente hay una alianza de trabajo, de confianza y de compromiso con el proceso; hay una colaboración mutua. Esto es lo que posibilita el éxito de la terapia.
Mito y Prejuicio: «Si no veo cambios en una semana no voy más».
Los cambios son la consecuencia del proceso terapéutico. Para que se produzcan es necesaria la paciencia, el tiempo, la construcción del vínculo con el terapeuta, la construcción de la alianza de trabajo y sobre todo, es necesario aprender a hacerse responsable de lo que a uno le pasa, de lo que uno hace, y de lo que uno no hace también.
Es bueno iniciar una terapia sin ansiedades ni exigencias para construir el espacio donde los cambios surgen.
Mito: «Los psicólogos están analizando a la gente todo el tiempo».
Agotador y falso. Es imposible que podamos analizar a alguien ya sea en una charla informal, en una comida, o en la situación que fuere.
El análisis es un proceso mucho más exhaustivo que requiere de un gran trabajo, de tiempo, del saber sobre la historia de la persona y sobre todo del deseo de hacer un análisis.
Por otra parte, toda interpretación fuera de sesión es una agresión. La psicología es una ciencia que se aplica en un espacio y tiempo determinado y esto debe ser respetado por todas las personas.
Lic. Gabriela R. Rivera